Dormía con un mato sutil de ira,
atada al mundo de los sueños,
alejada de su realidad.
Ese latido ya sin dueño
olvido su nombre,
en su torpe andar.
Vencida por el cansancio
de la cruda realidad,
se vistió de ausencia
y olvido su verdad.
Su sonrisa esconde las lágrimas,
en sus ojos reflejos nostalgia,
marcas en su cuerpo
de golpes que fueron caricia,
de quien no la supo amar…
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